Artículos, Comunicación, Educación, profesion, protocolo

El debate

Así. Con artículo incluido. Las recientes comparecencias públicas consecutivas en dos cadenas de televisión de los cuatro candidatos de las formaciones políticas con más representación a presidir el próximo Gobierno de España han suscitado una gran expectación. Aunque ésta, más que por el interés en saber qué iban a decir, ha sido por el “morbo” que conlleva este tipo de debates.
No vamos a entrar en analizar los discursos y argumentos políticos que se esgrimieron, pues ya se sabe que estos espacios se convierten en unos idóneos escaparates donde cada cual vende su mercancía, exaltando y resaltando sus virtudes y calidades. Pues de eso se trata, de vender. Y todo buen vendedor sabe que la imagen que tiene que ofrecer de dar al público es algo fundamental. Una imagen limpia y aseada. Cuasi inmaculada, rezumando una pureza estética cuyo fin es agradar al potencial comprador de su producto. Tal cual.
Pues bien, en el caso de estos “debates”, en su “sensu stricto” como tal controversia-discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas-, sus participantes o contendientes son estudiados con lupa por parte de expertos que traducen su lenguaje postural, verbal y obviamente, de estética. Y aunque es probable que la interpretación de sus expresiones a través de las manos-la kinesia o kinésica es la ciencia que estudia todo lo relacionado con el lenguaje corporal, algo esencial para entender el significado de la comunicación no verbal- no tenga un alto grado de comprensibilidad entre el espectador común, éste, si asimilar mejor la indumentaria que se exhibe.
Y eso ha sucedido con los cuatro aspirantes. Tres de ellos fieles a su estilo personal en cuanto a vestir con “elegancia”-traje y corbata-, y el cuarto, también en consonancia con su filosofía en lo que atañe a cómo entiende él esto de vestirse para la ocasión. Concretando, los candidatos del PSOE, PP y Ciudadanos vistieron acordes a sus gustos y preferencias en lo que respecta al tipo de ropa que suelen ponerse habitualmente, eso si, cada uno de ellos vistiendo diseños y colores habituales en su ropero. Y el líder de Podemos-bueno, ahora Unidas Podemos, por eso de actualizar denominaciones-, en el primer debate fue en mangas de camisa y en el segundo vistió un suéter “con mensaje”. Lució en este debate un jersey de color negro de la marca 198 UnoNueveOcho, firma vinculada a la mercadotecnia de izquierdas y republicana.
Pero ya sabemos que para este político, su indumentaria personal forma parte de su “imagen de marca” en consonancia con su ideario que cuando quiere es de izquierdas y cuando no, pues ya saben, se mimetiza con el medio ambiente y disfruta de sus ventajas.

Anuncio publicitario
Estándar
Artículos, Casa Real, protocolo

Flema británica

Cuando se expresa “flema británica” se viene a decir que es la capacidad del inglés para permanecer impasible ante las situaciones más diversas. Pues bien, una persona que está haciendo gala extrema de esta actitud es el Príncipe Carlos de Inglaterra y quien recientemente celebró sus 50 años como tal-que ya son años, medio siglo para más enjundia- y con acto de exaltación incluido y que además organizó su madre. Cinco décadas ostentando este título como heredero de la Corona británica y en un prolongado compás de espera, pues su madre, la actual Reina Isabel II-93 años- sigue llevando cetro y corona y la última decisión “de Estado” que ha tomado ha sido “dejar de conducir”, coches claro, que no su Reino.
Y es que todo lo que atañe a la Casa Windsor indefectiblemente tenemos que tratarlo con meticulosidad porque nada tiene que ver con el resto de las Casas Reales europeas, dado que está cimentada en una tradición férrea que respeta el ceremonial tal como se instauró. Y es por eso que cada vez que un Jefe de Estado tiene que realizar una visita oficial al Reino Unido y es recibido por la soberana, tiene que cuidar al detalle todos sus movimientos y conocer cómo funciona la realeza británica y evitar situaciones que pueden acabar recogidas en los medios, como por ejemplo cuando Michelle Obama “tuvo la osadía” de tocar la egregia figura de la Reina más longeva del planeta o la cara con que se quedó su marido cuando iba a hacer el brindis en la cena oficial en el palacio de Buckingham y empezó a sonar el himno nacional y no sabía qué hacer con la copa…
Pero volviendo al eterno príncipe Carlos, empiezan a surgir apuestas respecto a algún día llegará a ser Rey, teniendo en cuenta que su madre es incombustible y, como suele decirse, “inasequible al desaliento” y parece que aún tiene cuerda para pasearse por aquí y por allá exhibiendo su amplio fondo de armario de bolsos, que además parece que se han convertido en un clásico referente social-y hasta puede que funcione como una “influencers” en esta moda-. Y menos mal que las esposas de sus nietos, Kate y Megan, están poniendo una nota de glamour en esta rancia realeza y con lo que contribuyen a ponerla en el siglo vigente.
En esto de relevos en la Casa, es obvio que la corona británica no es la nuestra, donde el Rey Juan Carlos entendió que había llegado el momento de renunciar y pasarle el testigo a su hijo, Felipe VI. Una transición natural en cualquier momento. El relevo debe producirse sin estridencias y para que quien asuma la nueva función, lo haga en plenitud de condiciones y no ya en edad de jubilación como le sucede Carlos de Inglaterra y quien se ha convertido en el príncipe que más años ha sido heredero de la corona de la historia británica y el que más años ha ostentado el título de príncipe de Gales, desde1958 y será el monarca de más edad en ser coronado, cuando llegue el momento, claro.

Estándar