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PASEN Y VEAN…!

¡Pasen y vean…!. Suena música de fanfarrias. La tonadilla es muy conocida. Los grandes focos proyectan un torrente de luz sobre la pista. Redobles y el director de pista anuncia el siguiente número. Estamos ante el espectáculo del circo, lo del “más difícil todavía”.

Disculpen el ejemplo y sobretodo, el parangón. Pero es que a veces, algunas puestas en escena protocolarias tienen más de circense que de ceremonial puro y duro. Aquí, eso del “más difícil todavía”, se queda corto. Y no queremos entrar en otros detalles, pero, como en el circo, en el protocolo, también hay payasos y entre éstos, la parodia del clown y el que siempre recibe las tortas.

Como ya sabrán porque Revista Protocolo se hizo eco del tema y nuestro compañero Carlos Fuente, en su Blog, analizó concienzudamente lo acontecido, el último episodio donde podemos decir que predominaron mas las artes circenses que las protocolarias fue en Granada con ocasión de la entrega del X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada, Federico García Lorca.

No vamos a profundizar en la materia protocolaria, pues sería redundar sobre lo que ya se dijo. Tan sólo queremos resaltar con esta reflexión nuestra que esto de la organización de eventos y específicamente, el ceremonial y el protocolo, es algo que debe tomarse muy en serio. Nosotros, los profesionales, lo hacemos y si nosotros lo hacemos, por qué no lo hacen aquellos que, como tales actores sociales, participan en un acto cuyo desarrollo está perfectamente definido por a aplicación de unas normas, unos usos y unas costumbres y tradiciones.

Resulta difícil en muchas ocasiones trabajar con estas circunstancias. Como decimos, un acto se lleva a cabo siguiendo unas pautas y aplicando unas reglas, sustentadas éstas en normativas  y disposiciones legislativas. Quienes toman parte en ese acto, que no deja de ser una teatrocracia, sólo tienen que seguir el guión y éste lo elabora el profesional que lo organiza. No podemos dejar que sea interpretado al libre albedrío de esos actores. Ceñirse al libreto, es ceñirse a la norma y ceñirse a la norma es respetar el protocolo y evitar así confusiones y malentendidos.

Somos conscientes que cuando participan políticos, éstos tienden a magnificar su presencia y cada cual quiere la mejor posición. Pero es que la posición, esto es, la precedencia, la establece la normativa y un político, lo hemos dicho hasta la saciedad, tiene que asumirla y cumplirla, porque precisamente su estatus está regulado por ley y su habitat es el entramado constitucional.

Pues para que la política no se asemeje al circo, evitemos que situaciones como la más arriba apuntada, no vuelvan a producirse. Es posible que esto sea una quimera, pero tenemos que lograrlo, sobretodo por el bien de la credibilidad de nuestro trabajo.

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